¿Donde empieza el Femi(ni)cidio?
* Carolina Beresi
"...Si me denuncias te voy a matar..."
"...Si te vas de la casa te voy a matar..."
"...Si me sacan de la casa te voy a matar"...
"...Cuando me desperté estaba corriendo por el medio de la calle. No sentía nada, no sentía dolor, solamente sentía humedecida la cabeza. Me toco y veo que era sangre, pero no me dolía. Fui hasta el Centro de Salud y me hicieron las curaciones. Y, si bien, fue mi pareja intentó matarme golpeándome con un caño en la cabeza, nadie me aconsejó o me alentó a hacer la denuncia..."
"...Hasta que volvió una tarde, buscó excusas para que las nenas salgan de la casa, me golpeó, me encerró en una pieza y me prendió fuego. Pude salir al patio, gritando por ayuda a mis vecinos..."
El Femicidio no es solamente el asesinato, la muerte de la mujer. Consiste en un "...continuum de violencia contra la mujer que va desde la amenaza verbal, gestos corporales violentos hasta la violencia física, violencia psicológica, sexual y violación, hasta llegar a la posibilidad de la muerte de la víctima..." como se lo define actualmente.
Si bien cada situación es particular, con el tiempo pude encontrar similitudes en los
relatos que escucho al realizar entrevistas a mujeres que han realizado denuncias por Violencia de Género. Hay frases y expresiones que, cuando son expresadas por la víctima durante el diálogo que mantenemos, sirven de alerta porque van
perfilando un peligroso sendero por el que estas mujeres transitan.
En muchas ocasiones, al hablar sobre su historia personal las entrevistadas me cuentan que la violencia ya estaba presente en sus familias de origen. Dan como ejemplo que sus madres tenían que salir obligadamente acompañando a sus padres, pero con la mirada hacia abajo para evitar que pensaran que miraban a otros hombres, que han presenciado muchas situaciones de golpes o agresiones hacia sus madres dentro del hogar o que se ejercía una violencia brutal hacia los hijos con el fin de "corregirlos". Por lo que algunas de las mujeres entrevistadas reconocen que buscaron la manera de salir cuanto antes de esos infiernos.
A veces esas salidas del hogar se daban a los 18 o 19 años, pero muchas veces sucedían a los 13 o 14. Estas mujeres (aún adolescentes), prefirieron quedar en la casa de desconocidos, en la calle o incluso en el cementerio antes que en el hogar.
Mencionan, generalmente, la aparición temprana del amor, de alguien que las quería y las cuidaba (quizás excesivamente), contrariamente a lo que habían vivido o sentido hasta ese momento.
Habitualmente, esos cuidados se transforman en poco tiempo en control, desconfianza y en la imposición del ámbito hogareño como el único posible para ellas. Esto implica dejar de estudiar y dejar de trabajar, dejar de ver a la familia, dejar de ver a las amigas, entre otros límites que aparecen. Y casi sin darse cuenta las víctimas quedan atrapadas en una jaula invisible.
En una entrevista se describe algo de esto cuando una mujer me dice que se veía obligada a "...tener que mentir para poder salir sin que piense que estaba haciendo algo malo..." lo que le generaba sentimientos contradictorios, culpa y también indignación.
La recreación y esparcimiento, el contacto con familiares, amigos, vecinos, personas con las que se interactúa en ámbitos como la escuela u otras instituciones se ven totalmente condicionadas. Estas limitaciones afectan el aspecto social, que constituye una dimensión muy importante para el desarrollo personal. Así, otra víctima de violencia menciona que en una ocasión "...mentí que iba a cenar con una amiga, cuando en realidad nos juntamos a festejar el cumpleaños de un compañero de promoción que, justamente, se encontraba en la localidad...".
Es importante entender que es central para el agresor evitar toda posibilidad de desarrollo personal de la víctima. Cualquier posibilidad de ampliar los horizontes personales es percibido como una seria amenaza a su ejercicio del poder.
Con estos cambios vienen también la utilización frecuente del insulto, las palabras humillantes, el "dedo en la llaga" remarcando y culpabilizándola por cada error cometido. Los largos períodos de silencio, la burla, el desprecio entre otras actitudes similares constituyen formas de castigo bastante comunes.
Un momento crucial en la vida familiar está dado por los embarazos. Estas son etapas donde cambia la estructura familiar y también el rol del hombre dentro de la familia sufre cambios. Es por eso que siempre tenemos en cuenta este período en nuestras evaluaciones. a veces se escuchan cosas como "...durante el embarazo estuve internada dos veces por los golpes que me dio..." o "...yo perdí mi segundo embarazo por los golpes... era un nena..." .
Es habitual que se produzcan cambios notorios en el aspecto físico de las mujeres que se encuentran en situación de violencia. Ejemplo de ello son los cambios en el estilo de ropa (usan ropa más grande, más tapada) o el descuido en el arreglo personal. Muchas veces se da un notable aumento o descenso en el peso. Una de las entrevistadas me contó que "...en ese momento pesaba 32 kg...", se refería al momento donde los niveles de violencia hacia ella eran los más altos y cuando más en riesgo se sentía.
Atravesar situaciones como las relatadas por las víctimas les facilita el aprendizaje de estrategias de supervivencia y el auto-resguardo. Es frecuente que mencionen como aprendieron a cambiar su actitud y comportamiento cada vez que notaban que su pareja comenzaba nuevamente a mostrarse agresivo. Esto implica asumir una actitud callada y una presencia casi invisible, tratando de que no alterar más aún a su pareja. Es lo que llamamos conductas adaptativas, las que tratan de minimizar el riesgo inminente.
Muchas veces, este temor es transmitido de la misma manera hacia los hijos por parte de sus madres, por lo que también los hijos pueden desarrollar también conductas adaptativas con el tiempo.
Es evidente que la vida familiar en estas condiciones transcurre siempre en tensión, todo se vuelve objeto de discusión por parte de quien ejerce la violencia. Una de las entrevistadas me contaba que su esposo "...me cuestionaba si me arreglaba, si me bañaba para ir a clases y me pintaba...". Son frecuentes, además, las escenas de violencia ambiental, donde el agresor demuestra su poder "...tirando cosas, manipulando objetos como cuchillos o armas de fuego para dar miedo a los que se encuentren cerca...".
Sin embargo, en casi todos los casos, es muy difícil de detectar estas situaciones cuando se entrevista al agresor, porque éste mantiene una máscara ante la sociedad y su entorno social, donde se muestra como una persona amable, buen vecino, buen amigo y buen esposo y padre de familia.
Aunque una mujer describe con claridad lo que en realidad sucede "...ante la presencia de extraños, con una mirada podía darme cuenta si había dicho algo de más o si él no estaba de acuerdo con algo que dije...". Lo que se vuelve peligroso si no lo tenemos en cuenta en las intervenciones.
Una entrevistada me expresó su frustración debido a lo sucedido en una audiencia, en la que fue citada junto a su esposo. En dicha ocasión, su pareja mantenía tan respetuoso trato con todos los presentes, que la reunión concluyó con la entrevistada recibiendo consejos para que revea su posición tan cerrada en contra de su esposo, quien (evidentemente) era una persona muy considerada.
La violencia física implica otras cosas. No puedo olvidarme de la víctima que me explicaba como estuvo escondida una semana para evitar que alguien advirtiera las marcas que se le veían en el rostro o de la mujer que recibió consejos de volver con su esposo, luego de que este le aflojara varios dientes, con el fin y objetivo de resguardar la familia. O de su angustia al contarme que se fue a una plaza a llorar por horas, sin tener otra opción que recibir nuevamente a su esposo.
Que decir de la mujer que me dijo que para que su pareja dejara de golpearla "...trataba de pedir perdón para calmarlo..." y agregaba que siempre después de golpearla, el "...se tranquilizaba, se mostraba arrepentido y decía que me amaba y que no se repetiría nunca más...".
Una de las mujeres entrevistadas se fue del hogar y en su exposición policial sostuvo que fue "...una decisión es de mutuo acuerdo..." y me aclara que lo hizo por precaución, por miedo a la reacción de su esposo, quien quedó con sus hijos en el domicilio familiar. Es decir que en ese momento no hubo denuncia por violencia.
Un aspecto que casi nunca se menciona espontáneamente en las entrevistas es el relacionado con la violencia sexual. Es por ello que es importante indagar puntualmente sobre este aspecto, porque de lo contrario, es probable que no sea mencionado en la entrevista. Sin embargo es común obtener respuestas similares a la siguiente "... me exigía mantener relaciones
sexuales como manera de comprobar que no tenía amantes...".
Es por ello que el término Femicidio no alcanza para describir este fenómeno. Marcela Lagarde, al tomar conciencia de esto, nos aporta el término Feminicidio con una finalidad clara: condenar la impunidad del Estado y su negligencia en la investigación de los asesinatos de mujeres.
La detección de los indicadores de Violencia de Género debe ser precoz y la intervención del Estado para frenarlo debe ser inmediata. Quienes intervenimos en estos casos debemos estar atentos, para poder detectar a tiempo el proceso que se encuentra atravesando la mujer y exigir al Estado su acción urgente para evitar la pérdida de la vida de quienes sufren Violencia de Género.