Comprensión Lectora –     Del Texto al Contexto

13.09.2023

* Carolina Beresi

Que hoy tengamos que contemplar como el 50% de los estudiantes de 3º grado del nivel primario en Argentina no entienden lo que leen parece un mal chiste, sin embargo no lo es. Al contrario, es totalmente real.

La noticia proviene de un informe de la UNESCO que indica que uno de cada dos estudiantes argentinos de 3º grado no alcanza el nivel mínimo de comprensión lectora.

Y no solo eso, según los datos proporcionados por este organismo, todavía tenemos que hacer otro cálculo mucho más doloroso. Del total de niños argentinos que no comprenden lo que leen, más del 61% pertenecen a los sectores económicos más vulnerables.

Por lo que nuestros niños desde ahora se encuentran condicionados como futuros lectores y recorrerán un camino ya marcado por la desigualdad social.

¿Qué es la Comprensión Lectora?

La comprensión lectora consiste en entender claramente el significado de lo que se puede leer de manera fluida. Es la posibilidad que tiene el lector de identificar las ideas más importantes de un texto y establecer las relaciones entre distintos conceptos que surgen del mismo o de las relaciones que se pueden establecer con otros textos.

Es, en definitiva, la capacidad de entender el significado de las palabras leídas, pero también el significado integral de cualquier texto.

Esto es posible siempre que no se registren problemas relacionados con el aprendizaje del niño o que no surjan dificultades que deban ser tratadas en el ámbito psico-pedagógico por las características que pueda presentar este obstáculo en cada estudiante de manera particular.

En la actualidad es común que los problemas observados en la capacidad de comprender un texto se vinculen directamente con las estrategias utilizadas en el proceso enseñanza – aprendizaje que recorre cada alumno y que, según sea este recorrido, se acerca o se aleja de la lectura.

La lectura primero es escucha

La lectura y la comprensión lectora nunca comienzan directa y abruptamente con el proceso metodológico de aprendizaje de letras y de oraciones que forman un texto.

Cuando consideramos que debemos centrar la estrategia de comprensión lectora en un mero instrumento didáctico, decidimos reducirla a un procedimiento basado en el uso de las actividades y ejercicios realizados casi de manera mecánica.

Y la verdad, es que planteado así el tema, no estaríamos ayudando mucho a nadie a desarrollar el deseo de leer y la capacidad de comprender lo que se lee que ese deseo trae aparejado.

La lectura nunca se inicia directamente con el texto escrito, comienza necesariamente mucho antes. Se empieza a forjar con la escucha temprana, con el oído atento a las historias familiares, las anécdotas del barrio o la ciudad, las canciones aprendidas y cantadas en la infancia y los cuentos, fábulas o chistes escuchados repetidamente en la niñez.

Esto es así porque la narración oral es la forma originaria de producción literaria y mediante ella se crea nuestra primera percepción del mundo que se encuentra a nuestro alrededor.

Sabemos que casi cualquier niño se siente fascinado desde el inicio de cada historia escuchada. Esto se debe al caudal de imágenes mentales que le genera una narración oral y porque a través de ellas se transporta imaginariamente al escenario donde todo el relato transcurre.

Escuchar una narración oral permite a todo niño identificar las emociones atravesadas por los protagonistas, así como los sentimientos que los traspasan. El niño puede, incluso verse envuelto en el relato (es normal que suceda) y desear a partir de allí, descubrir uno a uno el significado de cada palabra escuchada con el fin de apropiarse aún más de esa historia.

La descripción oral de cualquier suceso se convierte en una experiencia sonora, emocional, imaginativa, memorística y creativa a la vez, recorrido siempre a través del sendero encantado de las palabras.

Tanto el misterio como el asombro y la risa, el miedo o la desesperación están escondidos en cada narración. Lo que transforma la escucha literaria en experiencia propia, más allá de que la historia le esté ocurriendo a otra persona.

¿Existe una manera más directa de enseñar lo que significa tener empatía? Si yo sufro, me alegro, sueño, espero, me asusto y me divierto como si fuese el protagonista, puedo entender, desde ese momento, exactamente lo que el personaje siente en esa situación. Y seguramente, podré identificarlas luego en las personas que me rodean.

La narración oral es, también, la manera de acercarnos tempranamente al lenguaje abstracto y simbólico, representado por palabras o frases que nos irán permitiendo comprender el mundo, a través de lo que nos pasa al escuchar estas historias. Todo ello se produce de manera paralela a otro proceso importantísimo en la infancia: el fortalecimiento del vínculo con quienes nos rodean y nos hacen partícipes de esas historias o anécdotas.

Es, en definitiva, una especie de iniciación que nos amplía el mundo a través de la literatura que comienza oralmente, pero que, luego, continuará con los textos escritos.

Es por ello que la posibilidad de comprender lo que leemos se incrementará inmensamente cuando hayamos tenido en nuestra primera infancia la narración como una forma de comunicación frecuente o habitual.

Al iniciarnos en la lectura, seguramente ya estaremos mucho más familiarizados con las palabras, con sus significados (concretos y abstractos), con las frases, con las rimas, con la naturaleza, con el barrio, con los sentimientos y con todo lo que hayamos podido conocer oralmente con anterioridad.

Comenzar a leer permitirá asentar estos conocimientos que se comienzan a desarrollar con la oralidad, mejorando el vocabulario del niño y consecuentemente su ortografía.

También veremos el perfeccionamiento en su redacción, la que tendrá el plus de una mayor capacidad imaginativa y creativa. Asimismo, con este proceso se fomenta permanentemente la curiosidad y el hábito de conocer más.

Todos estos avances son muy positivos para el desarrollo de mayores conexiones neuronales en los niños y promueven una mayor y mejor actividad cerebral, generando en ellos el ejercicio de la concentración y el desarrollo de la atención.

Del Texto al Contexto

Otro aspecto importante es que cada historia nos brinda constantemente sutiles señales que guiarán la travesía imprescindible en estos tiempos que va desde el texto al contexto. Lo que solamente se logrará si desarrollamos la comprensión lectora.

Sabemos que el texto se compone del relato, del discurso, de la historia y que tiene significado propio y concreto. Mientras que el contexto es el escenario físico, histórico, social, cultural, político en donde esa historia se desarrolla.

Paulo Freire es uno de los pedagogos que con más énfasis insiste en señalar que texto y contexto son inseparables porque mantienen una relación dialéctica y que este vínculo es el que permite a cada lector darse cuenta de cómo es el mundo en el que se encuentra, apropiarse de él, analizarlo críticamente y entender su dinámica.

Freire también nos plantea la necesidad imperiosa de transformar este mundo atacando las injusticias, las que pueden ser entendidas claramente a través del texto ubicado en su contexto.

Todos estos aspectos se encuentran hoy en grave peligro, porque nuestro futuro parece depararnos un gran vacío, cuando no un desierto.

Si queremos revertir estos tristes índices señalados por la UNESCO es fundamental recuperar la magia de la palabra, contando todas las historias posibles para fascinar a los niños desde pequeños. Insistir en ello para que así desarrollen al máximo su imaginación, su creatividad y su curiosidad.

Sin ella, sin la presencia sustancial de la palabra, los niños no solo no comprenderán lo que leen, sino que con seguridad no podrán comprender este mundo que nos toca habitar y, aún peor, nunca podrán transformarlo en algo mejor.