Desafios del "Homo Digitalis" en su relacion con el mundo
Desafíos del "Homo Digitalis" en su relación con el mundo
*Lic. Carolina Beresi
Que difícil contemplar el mundo sin sentir un estado de completa sorpresa. Los cambios a nuestro alrededor van configurando un mundo muy distinto al que algunos habíamos soñado como el mundo ideal y con el que nos habíamos comprometido a lograrlo en un futuro que nunca llegó.
Nuevos problemas relacionados con la supervivencia humana conforman la prioridad global ahora y para los próximos años. Se modificaron las perspectivas acerca de lo importante y de lo imprescindible. La idea de urgencia también se ha modificado, porque el uso y la concepción del tiempo son distintos.
Los consumos culturales se han transformado sustancialmente, afectando la producción y, especialmente, el acceso a la cultura, ya que se los califica mediante la cantidad de visualizaciones, reproducciones o likes que obtenga.
Queda muy lejos la apreciación de otros aspectos relacionados con la calidad, la técnica utilizada o inclusive la consideración acerca de si dicha expresión cultural logra o no hacernos ver quiénes y cómo somos o si nos ayuda a reconocernos en el mundo. En este momento es la cultura de la imagen la que domina todos los aspectos de la vida y todo responde a ello.
En este sentido, también se modifican las relaciones interpersonales, cada vez más intermediadas por la digitalidad en detrimento de la presencialidad.
Con tantos cambios, las formas de entender los problemas que tenemos como humanidad, el lugar desde el que nos paramos para analizarlos y las formas que nos proponemos para actuar ante ellos también cambiaron.
Dejamos de considerar a un único sujeto colectivo (pueblo, trabajadores, desocupados), que en su conjunto mantenían objetivos comunes.
Hoy surgen las diversidades, las pluralidades y las multiplicidades que exigen su reconocimiento como tales y el cumplimiento de aquellos derechos que históricamente le fueron negados por encontrarse disimulados o escondidos detrás de reivindicaciones que diluían a estas problemáticas.
Ante esta complejidad creciente, debemos convivir, además, con un caudal de información abrumador, inmediato, avasallante y muchas veces paralizante que se nos propone desde el mundo digital. Sin embargo, las respuestas ante esta tormenta de noticias, hechos, sucesos, videos y "fake news" que nos llueven diariamente no están unificadas.
Aunque es cierto que muchas veces el usuario digital, ante información que no le gusta o con la que no está de acuerdo, se manifiesta a través de la indignación inmediata, lo que nos lleva rápidamente al surgimiento de los "haters" y los "trolls" como nuevos actores del escenario público.
Como condimento extra a este escenario (no siempre adcertido por todos los usuarios), nos encontramos ante la imposición de una dictadura de los algoritmos que opera sobre todo aquello que nos gusta, deseamos, vemos y compartimos en la vida digital, aspecto del que no escapan las nuevas pluralidades y colectivos sociales emergentes.
Muchas veces somos pasivos espectadores (y a veces protagonistas) de la viralización inmediata de determinados temas en detrimento de otros, sin detenernos a pensar en su veracidad, en su utilidad o en sus consecuencias.
Es en este punto donde surgen tantas dudas acerca de la posibilidad de que realmente estemos pensando y actuando por nosotros mismos o si ya sucumbimos definitivamente al concepto de "sujeto" como seres "atados y sujetados" a las ideas que se nos imponen con aparente facilidad desde el mundo digital.
Hay que exponer con claridad que el régimen del algoritmo nos hace ver solo aquello que "queremos", es decir, lo que entendemos como nuestros intereses. Y también ¿por qué no decirlo? nos hace querer aquello que se nos muestra, mientras que simultáneamente nos esconde aquello que nuestro propio e individual sistema de algoritmos no reconoce cómo intereses personales.
El individuo está cada vez más solo en la construcción del mundo, guiado invisiblemente por su sistema de algoritmos personal. Es por ello que la construcción de un nuevo sujeto y su transformación en "Homo Digitalis" se le hace cada vez más fácil a este sistema mediante la tormenta comunicacional que nos inunda.
La concepción del mundo ya no es una. Como nunca antes en la historia, cada uno de nosotros ve solamente una partecita del mundo y de lo que sucede en él. Vemos lo que nos muestra el algoritmo y muy poco más.
De ahí las grandes incertidumbres surgidas acerca de nuestras respuestas posibles a problemas comunes. A nuestros problemas como humanos que vivimos en un mundo que se empeña en sostener sistemas económicos y sociales que perpetúan la desigualdad, la injusticia, el hiperconsumo, el escépticismo, la contaminación ambiental, la discriminación y, ante todo, la alienación.
Simultáneamente la sociedad, a pesar de lo que pudiera parecer, se vuelve conservadora. Se refuerzan ideas retrógradas ante problemas comunes y se propicia un régimen de cancelación que busca callar cualquier voz disidente, que interpele y ante la que sea necesario reflexionar para dar una respuesta.
El imperio de la corrección política mal entendida cancela la acción y especialmente el pensamiento provocador e incómodo, cuando este es contrario a nuestro ideario individual o colectivo.
Pareciera que la inmediatez y urgencia en que vivimos afecta directamente nuestro interés en plantearnos cuestiones difíciles o conflictivas de nuestra vida social, económica y política. La cancelación es fácil porque no requiere ningún esfuerzo y echa por tierra la posibilidad del diálogo y el intercambio de ideas.
Incomodemos un poco y usemos la provocación, que no significa necesariamente ofender, sino la invitación a la reacción, para que el conformismo no implique quedar totalmente subordinados a esta realidad.
Quizás, podamos dejar un poco de lado este extendido gusto por la imagen, la apariencia y la corrección política. Buscando desafiar al régimen del algoritmo mediante el cuestionamiento a aquello que se nos impone como única realidad posible o deseable y de que el "Homo Digitalis" solo puede ser de la manera en que se nos propone hasta ahora.
Es necesario una fuerte resistencia a la igualmente fuerte idea de que las estructuras actuales son definitivas. Perdiendo el miedo a corrernos un poco hacia los márgenes para poder tener y generar perspectiva, sin miedo a la cancelación.
Tratemos de que este escepticismo no se transforme definitivamente en decepción por inducción del mismo sistema o por la imposibilidad de tener una cosmovisión que nos permita interpretar al mundo y accionar sobre el para volverlo mejor de lo que es hoy.