Jean Genet - Rebelde Hasta el Arte
*Lic. Carolina Beresi
Ser rebelde es ser un desobediente, un inconformista y resistirse a que nos impongan, sin más, la forma en que debemos comportarnos, sean cuales sean esas normas. Es el límite que ponemos ante aquello que identificamos como mandato externo.
Jean Genet fue un francés rebelde. Nació escapando de las buenas formas y buenas costumbres y eso tuvo un costo que siempre pagó con gusto.
Desde su nacimiento sintió lo que es estar en las márgenes. Nacido sin padre conocido y de una madre prostituta comenzó su vida siendo un hijo abandonado a los pocos meses.
Su juventud estuvo atravesada por todas las instituciones de menores, hogares de niños, reformatorios y cárceles que se cruzaron en su camino.
De su paso temprano por la Colonia Penal Juvenil de Metray, le quedan muchas experiencias y algunas audacias que seguirán presentes a lo largo de su vida y de su obra. "El Niño Criminal" cuenta su historia en esta Colonia Penal Juvenil, donde ingresa por haberse iniciado como delincuente y ladrón.
Ya desde allí va a mantenerse firme en su voluntad de enfrentarse a todas las reglas, identificándolas claramente con los poderosos que intentan delimitar con ellas como debemos vivir, pensar, amar y sentir.
Lo interesante es que este texto surge como una propuesta que le hacen desde la Radio Nacional Francesa, donde los textos de distintos artistas serían leídos en el programa "Carta Blanca". Sin embargo, "El Niño Criminal" nunca pudo presentarse porque al leerlo fue censurado por el Director General de Radiodifusión debido a su alto contenido antisocial.
En este texto relata la vida en la Colonia Penal Juvenil y la engarza con su propia experiencia dentro de esos muros. Se enfrenta allí con vehemencia a toda idea de rehabilitación de los niños delincuentes y resalta la belleza y el heroísmo de aquellos que (como él) desde pequeños eligen el delito como forma de rebelión ante la autocomplaciente, satisfecha e hipócrita sociedad burguesa que nunca dejó de condenarlo.
Refiere haber elegido el lado del crimen y expresa su voluntad de mantenerse allí durante toda su vida. Vale la pena mencionar que cuando Genet se encontraba en la cúspide de la fama, era invitado a las fiestas de las elites culturales más exclusivas de París. Aunque la invitación tenía como finalidad disimulada la diversión de los asistentes, quienes especulaban acerca de que objeto de la vivienda sería robado por Genet.
Como decía André Malraux "...el arte es una rebelión contra el destino...", y Jean Genet desobedeció todo cuanto pudo hasta el final de su vida. Logró hacer de su vida una forma de rebelión permanente, molesta y muy incómoda para quienes prefieren sostener mediante la costumbre sistemas de opresión que exigen una subordinación y un disciplinamiento total de los más débiles.
Fue su defensa de la delincuencia, su abierta homosexualidad y sus provocadoras obras las que hechizaron a la intelectualidad francesa, encontrando en él ese héroe perdido entre las masas. Reseñado como nunca por Jean Paul Sartre en su libro "San Genet comediante y mártir", donde destaca su vivencia tan cercana al existencialismo mediante el ejercicio del irrestricto de la libertad y la identificación de la esencia del mal como parte de la naturaleza irreductible de los seres humanos.
Sus reiterados delitos lo llevaron a enfrentar la pena de prisión perpetua. Sin embargo, el embelesamiento que su figura generó en las elites culturales francesas hizo que personalidades como Pablo Picasso, Jean Cocteau y Jean Paul Sartre intercedieran por él, para evitar su condena.
Pero su indisciplina no se limita a su vida privada, su sexualidad y su transgresión a las leyes francesas. Logró llevar su rebeldía al arte, perturbando a toda la nación francesa cada vez que deja expuestas en sus textos y obras de teatro la hipocresía social. Con ellas corría el velo que disimula como se ejerce el Poder mediante las estructuras políticas, el servilismo burgués e, inclusive, la explotación de los países colonizados por Francia, así como la discriminación y sometimiento sufridas por estas poblaciones.
Su insolencia lo llevó a renegar profundamente del reconocimiento y fama alcanzados, así como la adopción por parte de los intelectuales a quien nunca trató de agradar. Por el contrario, intentaba diferenciarse de ellos reivindicando su origen y pertenencia a otro mundo. Porque Genet tenía miedo de ser asimilado por una sociedad que despreciaba.
Convirtiendo lo sórdido en poesía y la fealdad en belleza, fue admirado y repudiado en todo el mundo por hacer visible, entre tantas cosas, la inutilidad de la ley como una forma de corregir las injusticias, dejando más que claro que, en realidad, el Poder se vale de la ley para mantenerlas. Logró mantenerse consecuente con su radical forma de vivir y de concebir al mundo, de frente, sin máscaras ni pelos en la lengua.
Tres obras de teatro se destacan como grandes joyas de su producción. La obra teatral "Los Negros" que aborda el problema de la colonización, el proceso de descolonización, los movimientos de liberación y la cuestión racial. En esta obra hace hincapié en el proceso por el cual la identidad negra es una construcción social que se produce a través y por la mirada de los blancos colonizadores.
Su postura tan clara con relación a la política colonial francesa y a la dominación de las poblaciones afrodescendientes lo acercaron las "Panteras Negras" estadounidenses, a quienes apoyó en su lucha.
Otra obra paradigmática de Jean Genet es la obra llamada "El Balcón" ambientada en un prostíbulo, donde los asistentes cumplen sus fantasías más íntimas al encarnar al Obispo, al Juez, al General. Desatándose el conflicto cuando afuera del lugar se inicia una revuelta, donde deben intervenir las verdaderas figuras que ejercen estos cargos y que imponen su autoridad mediante el Poder del que están investidos.
Finalmente, la obra teatral "Las Criadas" aborda el conflicto entre clases sociales y el mundo del proletariado, marcando no solamente la dominación de clase, sino el deseo de liberación y, paralelamente, el sentimiento de admiración hacia la figura del opresor.
Aun con una reseña tan pobre como esta podemos darnos cuenta que la existencia de Jean Genet fue un acto de rebelión en sí mismo. Logrando ser alguien que nunca se dejó invadir por mandatos que le exigían sacrificar su libertad.
Su compromiso siempre fue con él mismo, gritando injusticias a través del arte y escandalizando a quienes no quieren ver la realidad desnuda. Dejando expuesto el lugar que cada quien ocupa en este sistema que tiene como motor la explotación y sometimiento de los nadies.