Los Ilegalismos - Hecha la Ley Hecha la Trampa -
* Lic. Carolina Beresi
Hace unos meses leía una noticia publicada en el diario El Litoral sobre un joven que intentó robar un queso y se desplegó un gran operativo policial para atraparlo. No es la única noticia que podemos encontrar en esta línea de información y cada vez que leo alguna de ellas no puedo dejar de pensar en las diferencias que se reflejan en el trato a quienes delinquen según su origen, posición social y delito cometido.
Es claro que se trata de un tema que es y ha sido siempre muy trabajado por distintos autores, desde profesionales de la materia hasta artistas y filósofos que proponen distintas miradas sobre este fenómeno.
Por ejemplo, el escritor y Premio Nobel de literatura Anatole France se refiere al tema ya en 1894 diciendo "En su majestuosa igualdad, la ley prohíbe a los ricos y pobres dormir bajo puentes, mendigar en las calles y robar panes". Sin dudas, este tipo de reflexiones nos llevan casi directamente a la pregunta ¿cuál es la población que recibe las sanciones de la ley penal? Y también ¿Qué sucede con la igualdad en la aplicación de las leyes?
De muchos autores que abordaron esta temática, Ángela Davis, se destaca por su militancia y compromiso con la lucha anticarcelaria luego de realizarinvestigaciones sobre la composición poblacional de las prisiones, especialmente en EEUU, y de acompañar a los jóvenes negros que cumplían condenas en ellas.
Ángela Davis pudo constatar que el color de piel oscuro (población afroamericana) era el que coloreaba las prisiones. Mientras que este tipo de población nunca era visible ni estaba presente en la misma proporción en escuelas y universidades (como estudiantes y menos aún como docentes), así como tampoco en lugares de esparcimiento o en las oficinas del centro comercial de los grandes centros urbanos.
Esta composición de la población carcelaria mayoritariamente negra supone la existencia de una direccionalidad bastante obvia en la aplicación efectiva de las sanciones.
Quizás uno de los especialistas que explica este fenómeno con mayor claridad, sea, sin dudas, el filósofo Michel Foucault cuando nos describe un tipo de sociedad en el que se desarrollaron toda una serie de tecnologías que él va a describir como técnicas, discursos y formas de vigilancia social que tienen por objetivo crear un determinado tipo de personas (sujetos), con conductas específicamente moldeadas para lograr una finalidad social determinada.
Él se refiere a la Sociedad Disciplinaria como el espacio común donde estas tecnologías se desarrollan para lograr "Cuerpos Dóciles" que sean productivamente potentes, pero disciplinariamente débiles. Es decir, subjetividades debilitadas que no puedan generar rupturas o infracciones a las normas establecidas en este tipo de sociedades porque son subjetividades obedientes.
Esta organización de la sociedad se concreta mediante la existencia de un Estado que representa el Poder Político y que, discursivamente, se identifica con la idea del bien. Es el Poder Político en ejercicio el que determinará el ámbito de lo permitido (el bien) y de lo prohibido (el mal) mediante sus normas y leyes.
En este sentido existe un sentido político que guía la sanción de leyes y conforma un sistema penal selectivo y discrecional
Sin embargo, Foucault se va a referir a determinadas transgresiones a este orden normativo que van a ser sorprendentemente permitidas por quienes tienen el ejercicio del poder de policía, mediante la determinación de zonas de tolerancia del Poder.
Siguiendo por esta línea de análisis el filósofo nos insta a desprendernos de la ilusión de que la penalidad sea una manera de reprimir delitos. Foucault advierte que la ley no está hecha para prohibir, sino para diferenciar entre distintas formas de evitarla o eludirla. Porque al definir a los Ilegalismos como todas las actividades que se encuentran legalmente prohibidas, pero en las que las potestades represivas existentes están a menudo en suspenso nos exige pensar en la interrupción de esa potestad sancionadora y sus motivos.
Tomemos como ejemplo el comercio de drogas y la existencia de lugares de distribución generalmente identificables por vecinos, agentes policiales e inclusive medios de comunicación. Esta actividad se encuentra dentro de los delitos perseguibles por nuestro sistema penal, sin embargo observamos el desarrollo de zonas de tolerancia donde el Estado no interviene.
Tenemos, además, un sinfín de actividades que podríamos mencionar que se ubican en zonas de tolerancia similares y de las que es probable que no las pensemos como ilegalismos, pero lo son, como por ejemplo bajar música o películas sin autorización, retrasarse o cesar en el pago de bienes de uso o de consumo, el contrabando a pequeña escala en las poblaciones fronterizas.
Lo que habilita estas transgresiones a menor escala, la delincuencia, la ilegalidad tolerada o los ilegalismos es la importancia que tienen estos espacios para los grupos dominantes porque también ellos se benefician de distintas maneras.
El beneficio al que se hace referencia puede ir desde el control policial que permite ejercer sobre determinados grupos poblacionales (a través de informantes, colaboradores, ex detenidos, reincidentes, etc.), como también el encauzamiento de algunos delitos que al ser tolerados evitan que se lleguen a cometer otros delitos que pueden ser más peligrosos o cuestionadores del Poder. Es, en definitiva, la organización de la transgresión de las leyes y el avance en una táctica general de sometimiento de las poblaciones.
La construcción de zonas de tolerancia que aprovechan los sectores sociales medios y bajos mediante actividades que generalmente se relacionan con sus estrategias supervivencia, tienen como finalidad, además, disimular o justificar las transgresiones de los sectores dominantes cuando éstos evitan el cumplimiento de las normas. Es decir que la delincuencia, en este punto se vuelve útil para determinados sectores de Poder.
Volviendo al ejemplo de las zonas liberadas para la comercialización y distribución de drogas, podríamos señalar que estos Ilegalismos disimulan la intersección que entrecruza al gran narcotráfico con la política y la aparición del fenómeno de los Narco-Estados.
Podríamos
hacer un importante listado de ilegalismos como los delitos económicos, la
evasión fiscal, la contratación en negro por parte de privados como por parte del mismo
Estado, el tráfico de influencias o la ocupación ilegal de determinados
terrenos entre muchos otros etc. formarían parte de esta lista.
Por ello no podemos decir que los Ilegalismos sean una manifestación accidental del sistema legal. Tampoco sería tan difícil entender la importancia que tiene para el ejercicio del Poder la existencia de estas zonas de tolerancia que configuran de manera real la relación de fuerzas en determinado territorio que se encontraría disimulado mediante una ficción de legalidad.